«Leemos para saber que no estamos solos». William Nicholson

Nuestra compañera, María Loreto Navarro, publicó en su blog personal «Negro sobre Blanco», una estupenda reseña acerca de la novela de María José Marcos Fuster, Las damas oscuras. El palacio de terciopelo.

Como no queremos cambiar nada de lo que ella comenta, la compartimos en su totalidad, sobre todo para que aquellos lectores, que están eligiendo sus próximas lecturas veraniegas, tengan presente este título a la hora de decidir.

No verán ni una sola gota de sangre, pero la trama es tan o más oscura que la mejor novela negra que haya leído en los últimos tiempos.

Es difícil comenzar un comentario cuando una novela sorprende tanto por argumento como por puesta en escena y, desde luego, por sus personajes.

Es difícil porque nunca en mi vida, había leído un libro como este y más que eso que me causara tantas sensaciones a la vez.

En primer lugar diré que se trata de una novela con un alto contenido erótico en la que todas las cosas son llamadas por su nombre y en la que la autora no tiene pelos en la lengua para las descripciones con que presenta las escenas.

Por otro lado, se trata de una novela coral en que no solo la protagonista principal lleva la voz cantante, sino que los personajes de su entorno también. De alguna manera, nos irán contando sus propias vidas.

Debla y Deby, abuela y nieta que nos contarán, a dos voces, sus vidas. Debla, abuela que por el simple hecho de ser eso, abuela, podríamos pensar a priori que se trata de una mujer de avanzada edad que forjó una familia y que con el tiempo, se dedicó a cuidar de sus nietos. Pero esta abuela, escapa al estereotipo de lo que todos imaginamos acerca de una abuela. Ha quedado viuda, pero conoceremos su pasado que no es tan claro ni simple y que toda abuela que se precie de tal, sin pasado y sin que nadie le haya llenado el pelo de arena, en esta novela, no podría llamarse abuela de verdad.

Por otro lado su nieta, Deby que ha mantenido una relación de años con su novio, decide poner fin porque se sentía ahogada con Samuel. Quiere vivir nuevas experiencias y experimentar nuevas sensaciones. Hasta este punto, todo entra dentro de lo que podríamos considerar normal. Ella trabaja en una agencia que tiene que ver con grandes campañas publicitarias y que es una profesión muy ad-hoc con lo que hago yo misma o con lo que hace la propia autora en su vida real. A través de su trabajo, conocerá a Olga Torralba, una mujer que tiene una empresa de moda y que contratará los servicios de la empresa en la que trabaja Deby y a ella en concreto, para llevar a cabo el trabajo.

Por otro lado, el grupo de amigas a las que Deby considera inseparables, relatarán sus propias vivencias, sus amores y desamores y cómo, en el camino, han encontrado a los hombres de sus vidas: Lucy, Verónica y Meg, tres vidas diferentes y sin embargo, tan parecidas entre sí.

No acostumbro, en mis comentarios, dar demasiados detalles acerca de todos los acontecimientos que se desarrollan en las novelas que leo. Sino solo un barniz de las sensaciones que he tenido a través de la lectura y de alguna manera, los motivos por los cuales deberías leerla. Y esta novela no es la excepción. No soy buena reteniendo nombres, aunque sí recuerdo cada acontecimiento con la precisión de un relojero, pero para mí, no es plan destripar las novelas y no dejar nada para la imaginación de los lectores que visitan este blog.

Como decía al principio, esta ha sido una novela bastante diferente a todo lo que he leído, sin exagerar, a lo largo de mi vida. Mis autoras de cabecera en cuanto a novela romántica de tintes eróticos son contadas con los dedos de una mano y porque, sencillamente, me parece que escriben como los dioses. En este blog hay varios comentarios de los libros de Ana Iturgaiz, una escritora de novela romántica histórica que no se limita a desarrollar un romance, sino que a desarrollar una historia romántica dentro de otra historia que poco o nada tienen que ver con una relación de pareja. Otra de mis autoras favoritas es Isabel Allende, que no es solo autora de novelas románticas sino que también históricas o como dirían los expertos, una contadora de historias y me declaro adicta a ambas. Sin embargo, esta novela de la que intento ocuparme en este comentario, de romance como tal, en que una chica conoce a un chico y vivieron felices para siempre, no es tal, sino más bien, un viaje hacia a los deseos más oscuros de estas amigas en la que sobresale, por supuesto, los de Deby.

A través de su nueva jefa, se adentrará en un mundo en donde el erotismo y vivir las experiencias sexuales más descabelladas que te puedas imaginar, serán posibles gracias a un grupo selecto escogido con pinzas por Olga, un personaje muy poco claro y confuso que deja ver muy poco o casi nada de su propia vida, pero que maneja todos los hilos de los integrantes de este: Beltrán, Mónica y Miguel. De todos sabremos algunos detalles relevantes, pero de ninguno conoceremos su verdadera esencia, ni tampoco, los verdaderos motivos por los cuales se han unido.

Mientras tanto, debes saber que a pesar de la extensión de la novela —506 páginas— las páginas se suceden con bastante rapidez. Que no es una lectura plana y que si bien, para ciertos ojos puede que algunas escenas resulten hasta chocantes, quien decida leerlo, deberá hacerlo sabiendo que el romance, en algunos casos, no es lo esencial sino más bien el deseo irrefrenable de la sexualidad de cada uno de los personajes cuyas historias poco tienen que ver con la de la protagonista principal, no obstante, están intrínsecamente relacionados.

En esta novela, en mi modesta opinión, no hay ningún personaje que esté por encima de los demás. Hay algunos a los que la autora podría haberle sacado más partido como a Miguel, la propia Olga o el mismo Samuel, que a ratos, me parecieron meros figurantes dentro de una trama tan llena de claroscuros en la que, además del sexo como tal, se habla de amistad, de trabajo, de ideales e incluso, de sueños fallidos.

No suelo contar estas cosas, sobre todo cuando son vivencias propias, pero creo que la ocasión lo amerita. Vengo de una familia muy tradicional en la que siempre tuve que acatar muchas normas, me gustaran estas o no. Me eduqué en un colegio de monjas alemanas, con una disciplina que me ha servido en todos los aspectos de mi vida. Gracias a las enseñanzas que recibí allí, durante mi niñez y juventud, soy la mujer que soy hoy en día. Como dato anecdótico, puedo contar que hace muchos años, creo que cursaba el último año de colegio antes de ir a la universidad, en castellano —así se llama lengua en Chile— nos hicieron leer un libro que se llama «La Beatriz Ovalle o cómo mató en mí toda aspiración arribista» del escritor, también chileno, Jorge Marchant Lazcano, si dan clic en el título, irán a La casa del libro, la portada en España, nada tiene qué ver con la chilena de los años 80. En la portada de dicho libro, aparecía la imagen de una mujer desnuda en un sillón. La profesora, por respeto a las monjas, nos obligó a forrar el libro, tal vez, como una forma de evitar prejuicios y, también, para que no nos censuraran la lectura. Un colegio de monjas para niñas que poco sabían de la vida y mucho menos de sexo. Cuento esto, porque mi vida siempre ha sido guiada por muchos elementos que me inculcaron en casa y en el colegio en el que estudié. Salirse de algunas normas, no estaba bien visto y mucho menos aceptado y el que una niña jovencita, como lo era en esos años, leyera un libro donde el elemento principal, precisamente, era el sexo, resultaba inconcebible. No obstante, mi madre siempre me dijo que era una revolucionara, que me decían A y hacía B. Que jamás cumplí con la hora de llegada y que los castigos que recibí fueron proporcionales a las faltas. No me gustan las normas, aunque siempre las respete. No me gusta el desorden, pero el orden llevado a la máxima potencia, tampoco. Lo prohibido siempre atrae, aunque nunca pisé ningún terreno pantanoso y quizá debería haberlo hecho, solo por saber qué se sentía pero esta es mi vida, mi propia realidad que llevo a la realidad de los personajes que creó esta joven escritora que han hecho de sus vidas, un completo sinsentido y una total sinrazón. Alejados y despojados de cualquier norma que tenga que ver con la moral o, lo que todos creemos acerca de la moral y hasta las buenas costumbres.

Un libro que se arriesgó a publicar Avant Editorial con muchísimo acierto, porque como he dicho anteriormente, nunca en mi vida había leído nada similar y tengo bastante más años de los que aparento. Nunca he hecho asco a ningún género, aunque desde luego leo con más frecuencia los que me hacen sentir más cómoda como harán, imagino, todos los lectores como yo. Y este ha resultado ser todo un descubrimiento.

Es un libro para leer con calma, con alturas de miras y sobre todo, sin ningún prejuicio y con la mente muy abierta. Puede que no sea una lectura para todo el mundo, pero quién decida adentrarse en este Palacio de Terciopelo, con lo que he contado, sabrá a lo que se expone y sin duda y sin temor a equivocarme, querrá que muy pronto vea la luz la continuación de esta historia.

Es la primera entrega que hace la autora de esta historia, por ese motivo es lógico que no nos enseñe todas las cartas de los personajes ni tampoco todas las historias con que cada uno carga sobre sus espaldas. Imagino que nos lo irá contando a partir del segundo libro.

Por supuesto recomiendo su lectura a todo aquel que guste de las emociones muy fuertes y que, en una escala del uno al diez, el erotismo se lleva el diez con creces. No verán ni una sola gota de sangre, pero la trama es tan o más oscura que la mejor novela negra que haya leído en los últimos tiempos.

Gracias, Loreto por tu lectura y comentario.

Recordad que se encuentra activa la recepción de manuscritos para el III Premio de Poesía y Novela Avant Ciudad de Ceuta.

Bases: clic en este enlace para seguir leyendo.

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