«Leemos para saber que no estamos solos». William Nicholson

El pasado 12 de julio en La nueva crónica, diario leonés de información general, Raúl Fierro, autor de Allende los mares fue entrevistado por Fulgencio Fernández.

Os animamos a leer la entrevista completa en esta entrada.

Raúl Fierro, leonés nacido en Barcelona, publica su segunda novela, ‘Allende los mares’, una mirada personal y muy documentada sobre el comportamiento humano en las guerras de conquista, en la época del descubrimiento en este caso. Con un homenaje a la tierra de su padre y de sus sueños, los Argüellos
Raúl Fierro es un barcelonés de Cármenes. Bibliotecario en la Universidad, lector empedernido desde niño, músico, hijo del escritor Ángel Fierro por lo que creció rodeado de libros y, sobre todo, escritores. Publicó su primera novela en 2017, tarde, y no fue una sorpresa, la sorpresa es que no lo hizo antes, pero es un tipo discreto, de muchos silencios, tal vez timidez. Ahora nos regala una novela histórica y de aventuras, nos propone una viaje allende los mares.

– Acabas de publicar ‘Allende los mares’, tu segunda incursión en la narrativa después de ‘Ensoñaciones’, en la que llevas la trama hasta el siglo XV ¿Qué te llamó la atención de aquel tiempo, por qué lo eliges?
–Siendo muy joven empecé a leer libros en los que el protagonista corría aventuras por la América recién descubierta por Colón, la de finales del siglo XV y principios del XVI. A veces el protagonista era un personaje real, a veces ficticio, pero con cada libro aprendía algo y aumentaba mi interés por aquel tiempo y aquellos lugares. Me apetecía contar mi visión sobre el comportamiento de los hombres en las conquistas a lo largo de la historia, y creo que en este periodo se puede ver cómo era la mentalidad en aquel momento, nada tendente a la piedad. Las guerras de conquista, muy numerosas en todas las épocas y en todos los lugares del mundo, desde luego no dejan al hombre en buen lugar.

–El protagonista es Antón de Argüello, un apellido cercano para ti cuyas raíces familiares están en Los Argüellos, ¿tiene alguna relación, es un homenaje a tu tierra paterna?
– Rotundamente sí. Desde niño, mis veranos en Los Argüellos fueron creando una obsesión por anclarme en sus montañas. Vivía en Barcelona y por mi mente pasaba más veces Picogallo que la Sagrada Familia; prefería imaginar excursiones por las montañas leonesas que pasear por las Ramblas o por el parque Güell. Con el paso de los años, mi determinación me llevó a dejar la gran ciudad para asentarme lo más cerca posible de Los Argüellos, aunque guardo un grato recuerdo de la ciudad condal. En la novela, Antón de Argüello abandona su casa para correr aventuras por tierras desconocidas, pero siempre tiene en mente las montañas de su niñez, igual que yo.

– Con Antón de Argüello andan por la trama navegantes y conquistadores como Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa o Américo Vespucio ¿Te fascina el mundo de los navegantes, las aventuras, la conquista…?
–Me fascina y me horroriza a la vez. Es un mundo muy interesante y muy entretenido, aunque a la vez muy vergonzante. Aquellos hombres tuvieron que hacer frente a situaciones extremas sin más apoyo que sus manos y su ingenio. Es cierto que se cometieron muchos atropellos contra los pobladores de aquellas tierras y de otras, pero también hay que valorar la fe de unos hombres que trataban de ganarse la vida fuera de sus casas, en condiciones muy incómodas, pese a que en algunos casos sus comportamientos fueron detestables.

Me apetecía contar mi visión sobre el comportamiento humano en las conquistas a lo largo de la historia; en el descubrimiento, por cierto, nada tendente a la piedad–¿Se podría decir que es una novela histórica?

– Es una novela histórica con elementos de ficción. Los conquistadores que aparecen existieron y actuaron tal como lo cuento, y el destino del pueblo tayrona también está contado conforme a la documentación existente. Antón de Argüello no existió, pero su tío Alonso sí. Alonso de Argüello aparece en la lista de pasajeros del segundo viaje de Colón, en 1493. Aprovecho esta información para crear personajes a su alrededor e integrarlos en una expedición de 1499, en la que Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa realizarían el primer viaje a América no comandado por Cristóbal Colón. Aprovecho también para escribir, tras documentarme bien, sobre la vida en la montaña central leonesa en aquella época. Por otro lado, trato de relatar cómo debía ser la vida en el norte de Sudamérica en el siglo XV, cómo se organizaban los pueblos que allí vivían y cómo fue el impacto que supuso la llegada del hombre europeo con su codicia, su imposición religiosa y su mayor poder armamentístico.

–Se podría creer que eres lo que se llama un escritor tardío pues publicas tu primera novela con más de 40 años pero en su calidad literaria y forma de construir una compleja trama se intuye a un escritor latente ¿Llevas mucho tiempo escribiendo, cómo es tu relación con la literatura?
– Es cierto que empecé tarde a escribir. La vida me llevó por caminos distintos a la escritura, aunque siempre con un libro bajo el brazo. El ejercicio de la lectura supone para mí un oasis en este mundo complicado, un refugio lleno de calma en el que busco algo tan preciado, y tan escaso, como es la tranquilidad. Parece ser que tantos años leyendo han desembocado en la escritura. En mi casa, desde mis primeros recuerdos, siempre había libros por las mesitas, preparados para su lectura. Debo agradecer a mi familia esta pasión por la literatura. Mi padre es escritor y mi madre y mis hermanos ávidos lectores. Mi infancia la pasé leyendo cómics y novelas juveniles.

– Qué referentes literarios tienes?
– Hay muchos autores cuyos libros han quedado grabados en mi retina, en mi memoria: Paul Auster, Gary Jennings, Stefan Zweig, Julio Llamazares, Javier Reverte, Borges, Delibes, Jostein Gaarder y otros muchos; y por supuesto Ángel Fierro.

– Antes de la literatura estuviste en el mundo de la música, ¿tienen alguna relación, está presente la música en tus novelas?
– Todas las artes, de alguna manera, están relacionadas. Todas coinciden en el hecho de creación y transmisión, y se pueden conjugar varias en una sola obra. Son diversas formas de construir algo único y personal, gestado en la mente del creador. En las dos novelas que he escrito aparece la música, no como parte protagonista pero sí como referencia a una parte de mi vida. En Ensoñaciones el protagonista tocaba el violín, y en Allende los mares la vihuela y los flautines crean armonías que amenizan el filandero de Argüello.

Recordad que se encuentra activa la recepción de manuscritos para el III Premio de Poesía y Novela Avant Ciudad de Ceuta.

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